Una nueva muestra de la prepotencia que otorga el poder del dinero, tráfico de influencias entre exmilitares y un influyente cargo público, se pudo observar ayer, cuando el Gral. (SR) Máximo Díaz Cáceres, ministro-secretario del Consejo de Defensa Nacional (CODENA), llegó a la sede del Palacio de Justicia de Ciudad del Este. El alto funcionario del Gobierno de Mario Abdo Benítez arribó al recinto judicial en día y horario laboral, pese a su condición de servidor público y tiene una responsabilidad para con el Estado, que le paga una suma millonaria en concepto de salario. Sin embargo, Díaz Cáceres no vino para alguna misión oficial sino para presionar en el marco de un juicio de carácter privado por difamación y calumnia, entablado contra el director de La Clave, abogado Reinaldo Lugo.

Para colmo, lo hizo a bordo de una lujosa camioneta Hyundai Santa Fe, que en vez de una chapa reglamentaria solamente tenía una placa con la inscripción (de propaganda política) del Gral. (SR) Bernardino Soto Estigarribia, ministro de Defensa Nacional y candidato a senador.

De acuerdo con los datos, dicho vehículo es propiedad de Silvana Méndez de Arréllaga, candidata a concejal departamental por Fuerza Republicana y esposa del Gral. (SR) Cayo Rafael Arréllaga, jefe de seguridad de la Itaipu Binacional y excamarada de Máximo Díaz Cáceres.

Según señalaron las fuentes, fue Arréllaga quien facilitó la camioneta de su esposa y un chofer, funcionario de la binacional, para que el ministro del CODENA acuda a su juicio privado contra el director de La Clave.

Aparentemente, para estos “camaradas” una chapa de propaganda política de un exmilitar, que ni siquiera tiene rango diplomático, tiene el mismo “efecto” o incluso más peso que una matrícula como la que usan los ciudadanos “comunes”. Demuestra además que este funcionario público con rango de ministro se maneja en medio de repugnantes regalías y privilegios que solo el poder –manipulado y retorcido– puede otorgar a los que están en función de gobierno en el Paraguay y que se creen “omnipotentes”, más aún al tratarse de exmiembros de las Fuerzas Armadas.

Es sabido que el Gral. Díaz Cáceres, quien fuera militar activo en los tiempos del dictador Alfredo Stroessner y, en consecuencia, tiene muy buenas relaciones con el presidente Mario Abdo, tildado a su vez como “hijo de la dictadura”, hace constantemente alarde de su poder e influencia e incluso da como un hecho la victoria en este juicio contra la libertad de expresión y de prensa, meramente por sentirse agraviado por publicaciones periodísticas respecto a significativos actos de corrupción cometidos en los inicios de la pandemia del coronavirus.

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