Las directoras de las instituciones educativas de la capital indican que el principal motivo es el económico. Asociación de colegios privados dice que los centros parroquiales son más afectados.

Solo en la escuela Juan M. Frutos de Barrio Obrero ya tienen 130 estudiantes más matriculados con respecto a los dos primeros años de la pandemia del Covid.

Con el regreso a las clases presenciales y la crisis económica de las familias, la mayoría de los estudiantes llegan desde instituciones educativas parroquiales (privadas subvencionadas) y privadas de toda la zona, comenta la directora del centro educativo Eliodora Chávez. “Es lo que más nos comentan las familias”, agregó.

Por falta de muebles, durante las primeras dos semanas desde el retorno a clases debieron dar clases híbridas. Combinaron la presencialidad con la virtualidad.

Salas de clases tienen hasta casi 40 alumnos y alumnas en los primeros ciclos de la Escolar Básica.

Todos los estudiantes son del barrio y de otros sitios cercanos como Tacumbú, San Vicente o el Bañado Sur.

La Asociación de Cooperadoras Escolares (ACES) encaró una campaña para pintar y reparar mobiliario en desuso, principalmente sillas y mesas.

“Nosotros apelamos también a donaciones de entidades”, agregó la directora.

Poco antes de la pandemia, el MEC invirtió en refacciones de infraestructura escolar, pero las obras no fueron concluidas. Corresponden a la gestión del ex titular de la cartera y hoy senador por el cartismo Enrique Riera.

OTROS LOCALES. Centros escolares públicos como General Díaz o Celsa Speratti registran también un incremento de su matrícula con respecto a los años anteriores, pero en menor medida en comparación con la escuela de Barrio Obrero.

Las directoras y profesoras de estos locales cuentan que en gran parte las mudanzas se dan desde establecimientos de gestión privada o privada subvencionada.

En Celsa Speratti requieren de una mayor cantidad de aulas para poder ingresar a todos los niños y niñas que buscan lugares cada año.

Una situación atípica se dio igualmente en la escuela República Oriental del Uruguay, de Trinidad. En este 2022 casi duplicaron la cantidad de inscriptos. Este centro es uno de los más antiguos de la capital.

Aquí no se dieron inconvenientes por faltantes de salones o de mobiliario.

El año pasado, el MEC contabilizó que 23.092 alumnos y alumnas pasaron a establecimientos de gestión pública. Asunción y Central son las zonas donde más se encuentran estos casos.

La cantidad “regular” de migraciones en cada curso es de 3.000 estudiantes que van a institutos públicos desde los privados o subvencionados.

La viceministra de Educación Básica, Alcira Sosa, manifestó que recién a fines del mes, cuando cierren las matriculaciones del 2022, contarán con cifras actualizadas.

Sector privado. Esta migración masiva no afecta a los colegios privados más tradicionales o que tienen un costo de matriculación elevado, aseguró el dirigente de la Asociación de Instituciones Educativas Privadas del Paraguay (Aiepp), Luis Ramírez.

“Estos colegios por cada 100 alumnos que pierden tienen otros 100 que están en lista de espera. No es algo que afecte demasiado”, remarcó.

Dijo que esta circunstancia tiene más influencia en los centros educativos parroquiales, que son de gestión privada subvencionada.

“La verdad que en muchos casos estos lugares lo que tienen es una mejor oferta en la infraestructura, ahí hacen la diferencia”, apuntó.

En ciertos barrios, incluso las profesoras de una subvencionada son las mismas que tienen rubros en las escuelas públicas. “Entonces, una familia en cierta situación económica opta por el traslado”, sentenció.

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