Diariamente, unas 50 a 60 personas desayunan, almuerzan, meriendan, cenan y hasta duermen en el establecimiento habilitado frente al centro asistencial público. La solidaridad no cesa todos los días. La gente acerca insumos de higiene, desinfección, medicamentos y almuerzos, como el caso de Lizzie Segovia, quien decidió festejar sus 17 años compartiendo con los que ocupan el refugio, a quienes llevó su voz de aliento.

“Acá lo que brindamos más es amor, contención, darle un poco de fuerza a la gente cada vez que van allá a recibir un informe sobre su familiar. Tenemos muchas altas felices y muchas altas celestiales. En la mayoría de los casos, se le informa en altavoces y es muy triste”, afirmó Ana Borba, abogada, quien es coordinadora de Logística del Refugio.

El objetivo es que los familiares de pacientes no se preocupen más que de la provisión de medicamentos e insumos para sus pacientes, ya que Salud Pública no posee la totalidad en muchos de los casos. “Sinceramente todos los voluntarios siguen siendo los verdaderos guerreros del amor, porque dan su tiempo, su vida, porque están al frente de la línea de batalla porque bien sabemos que esta pandemia es una guerra, que hizo estragos, en lo social, en lo económico, muchos amigos y familiares nos han dejado, pero también deja algo positivo, que es justamente eso si todos nos unimos podemos salir adelante. Eso es lo que yo veo en estos dos años”, agregó.

El refugio transitorio lleva el nombre de Doctor Jorge Bordón, uno de los primeros médicos fallecidos por consecuencia del Covid-19, en el Alto Paraná. La instalación consiste en dos carpas principales con colchones proveídos por la Secretaría de Emergencia Nacional, además de otras carpas de depósito de insumos. El local tiene baños sexados, ducha con agua fría y caliente, lavarropas y se sirven desayuno, almuerzo, merienda y cena todos los días, proveídos por cátering de la SEN. Detrás de todo está la coordinación del doctor Carlos Torrás, proyectista de los albergues transitorios; el licenciado Carlos Vera, de la Cruz Roja Paraguaya en el voluntariado; el doctor Carlos Maldonado en la parte médica, y el licenciado Carlos Sánchez, en seguridad, además de Borba que coordina la parte logística.

TESTIMONIO. “Es demasiado para mí porque yo pasé con mi abuela y veo todos los días que mucha gente muere, que le pierden a sus familiares y no me imagino estar en su lugar. Además que mucha gente no tiene la oportunidad que poseen otros, que es la de tener una cama, una casa y los insumos para sobrellevar todo esto”, afirmó Lizzie Segovia, la cumpleañera. Los ocupantes del refugio le cantaron Cumpleaños feliz, luego de que Lizzie les deseara fuerza para seguir luchando por sus familiares. “Acá el servicio es excelente. Yo estoy desde hace una semana acompañando a mi marido que está intubado. Acá tenemos lugar para descansar, comer y dormir. En el hospital si tenemos un gasto desde G. 300.000 hasta un millón por día, por los medicamentos que hacen falta para tratar a mi marido”, reveló Mirtha Franco de Mendoza. La mujer reside en el kilómetro 9 Acaray, un poco distante del pabellón respiratorio, donde está pendiente por si necesita comprar medicamentos.

Fuente: UH