Muchos lo enterraron políticamente cuando fue encarcelado por corrupción, pero Lula, ícono inoxidable de la izquierda de Brasil, busca un tercer mandato con la promesa de volver a aquellos días de progreso cuando posibilitó que millones de personas salieran de la pobreza.

Luiz Inácio Lula da Silva, autodefinido “joven de 76 años”, resucitó cual ‘ave fénix’ en la política tras la anulación de su condena por la corte suprema, y este domingo encara su sexta elección presidencial, frente al actual mandatario, el ultraderechista Jair Bolsonaro. Y las encuestas lo muestran como ganador, algunas incluso en la primera vuelta del domingo.

“Quiero probar que un metalúrgico (…) va a arreglar este país, y el pueblo va a volver a comer tres veces por día”, prometió por estos días el exsindicalista salido de la pobreza en un mitin en Sao Paulo. “Haremos lo que ya hicimos”.

Dos veces presidente entre 2003 y 2010, Lula dejó el poder con una popularidad de casi 90% tras una gestión en la que 30 millones de los más de 200 millones de brasileños salieron de la pobreza. Y se granjeó un enorme prestigio internacional como piloto del “milagro” económico brasileño, empujado por los altos precios de las materias primas. Aunque de ganar, no podrá contar con la misma bonanza: si bien la economía da señales de mejoría, con crecimiento, menos inflación y más empleo, está lejos de la prosperidad de los años 2000.