Hopkins, conocida por sus comentarios contra la inmigración y antifeministas, publicó el
sábado un vídeo donde se jactaba de la medida de emergencia implementada por
Australia, mientras cumplía con el confinamiento de dos semanas requerido por las
autoridades en un centro habilitado.
La británica, que iba a participar en la próxima edición del programa «Big Brother» (Gran
Hermano), calificó los confinamientos y el cierre de frontera impuesto en Australia de
«fraude» y amenazó con asustar a los trabajadores del centro al abrir la puerta de su
habitación sin respetar los protocolos de seguridad sanitaria.
La ministra australiana del Interior, Karen Andrews, confirmó este lunes la cancelación del
visado de Hopkins en declaraciones a la cadena pública ABC y calificó de «inaceptable» el
comportamiento de la británica.
La polémica comentarista había recibido un visado especial para entrar a Australia, al igual
que celebridades como Matt Damon y Natalie Portman, a pesar de que este país redujo a
3.000 el tope de las entradas semanales desde el exterior y aún tiene pendiente repatriar a
más de 34.000 residentes y ciudadanos australianos.
Los comentarios de Hopkins, cuya cuenta Twitter fue suspendida en enero por sus
mensajes de odio, se dan en medio del repunte de la covid-19 que mantiene confinados a
cerca de la mitad de los 25 millones de australianos.
La nueva ola tiene como epicentro la ciudad de Sídney, confinada hasta el 30 de julio, y
sus alrededores y ya se ha expandido por otras regiones del país, como el estado Victoria,
que tiene previsto extender las medidas más allá del martes, cuando terminaba en un
principio el periodo de aislamiento impuesto el pasado viernes.
Australia registró este lunes 113 nuevos casos -98 en Sídney, 13 en Victoria y 2 en
Australia del Sur- y un muerto, el quinto durante esta ola.
El país acumula casi 31.900 casos desde el inicio de la pandemia, incluidos 915 muertos,
y ha inmunizado con la pauta completa a un 10 por ciento de la población.
El descontento de los australianos le está pasando factura al primer ministro, Scott
Morrison, que ha visto como su popularidad disminuye, según una encuesta del diario The
Australian, a raíz de la gestión frente al actual rebrote y la campaña de vacunación, atrasada con respecto a las previsiones oficiales.