Porque no hay mejor definición de lo que pasó en Stamford Bridge que ensalzar a Thomas Tuchel como el vencedor del duelo ante Diego un Simeone que volvió a morir con su estilo. El Atlético salió al fantasmal Stamford Bridge encogido atrás, aunque forzado por la superioridad física del rival, como si el resultado positivo de la ida lo tuvieran ellos y no los hombres de azul de enfrente. Y es que el Chelsea parecía tener ganada ya la posesión desde antes que sonara el himno de la Champions.

Sobar la pelota con el Atlético metido en su portería, esperando los españoles un error de la defensa ‘Blue’, un despiste, una desconexión, un regalo. Casi lo consiguieron. Una mala cesión de César Azpilicueta a Edouard Mendy terminó con el navarro agarrando a Carrasco dentro del área. El banquillo del Atleti saltó como un resorte. El ‘profe’ Ortega se giró hacia las cámaras. «¡VAR! ¡VAR!». Le tuvo que calmar el cuarto árbitro. No hubo nada. O al menos no lo señalaron.

Habían rozado la oportunidad, pero pagaron la inferioridad. En un contraataque, cosas del destino, el Chelsea descosió la defensa atlética. Werner cabalgó la banda, coló la pelota entre los centrales y Ziyech batió a Oblak.

Despertó eso el instinto del Atleti, claro. No quedaba otra. Incluso probó a Mendy desde la frontal con un disparo de Joao Felix.

Pero se consumían los minutos y el Atleti moría impotente. Con un Chelsea cómodo, comodísimo. Tocando en el centro del campo, sorteando entradas, permitiéndose el lujo de subir con los carrileros, encontrando a Ziyech en la frontal, su hábitat más peligroso.

Oblak era de nuevo, como hace un año en Anfield, el que mantenía a los rojiblancos vivos. Dos manos, a Werner y Ziyech, evitaba que la eliminatoria bajase el telón. Como se le apagaron las luces a un Luis Suárez que bajó los brazos en el minuto 60, con el duelo perdido ante Rudiger, y sustituido para fiarlo todo a la velocidad de Correa.

También entró Moussa Dembelé, y Lemar, como medida desesperada de Simeone a 20 minutos del final, el momento en el que se dio cuenta de que necesitaba dos goles y cada vez quedaba menos tiempo.

Y aun así flotaba en el ambiente la permanente sensación de que se podían meter en el partido con cualquier jugada aislada. Cuando solo restaban 10 minutos, Simeone se comía el campo. «¡Es ahora!», se desgañitaba, segundos antes de que Savic lo complicara todo aún más. Un codazo a Kanté sin venir a cuento que Orsato cazó. Roja directa y enfado monumental, agotando más el poco tiempo que quedaba para el milagro y que se agotó cuando Emerson firmó la sentencia en el descuento.

Con la derrota y la eliminación, el Atlético se tendrá que centrar en la liga, la competición que le queda y en la que es líder. Europa otra vez les fue esquiva. Pasó el Chelsea, que, simplemente, fue mucho mejor.